12/4/11

Mapa Lectura 1. ¿Para qué consumen oxígeno los seres vivos?






Glosario

Teoría del flogisto
La teoría del flogisto, hoy superada, es una hipótesis del siglo XVII conforme a la que pretendía explicarse el fenómeno de la combustión.
J. J. Becher concibió dicha teoría a finales del siglo XVII, si bien el responsable de su difusión y popularización fue Georg Ernst Stahl, quien aseveraba que la herrumbre del metal era el resultado de un proceso de combustión. La teoría afirma que todos los materiales inflamables contienen flogisto (sustantivo derivado del griego phlogistos, que significa "inflamable"), una sustancia incolora, inodora, insípida y desprovista de peso que se libera durante la combustión. Tras haber ardido, la sustancia "desflogisticada" adquiriría su forma "verdadera", convirtiéndose en cal.
La teoría recuerda en cierta medida a la noción de la alquimia conforme a la que el fuego es uno de los cuatro elementos (el agua, el aire y la tierra constituirían los otros tres) que contiene una sustancia.
Las sustancias "flogisticadas" son aquéllas que contienen flogisto y, al arder, quedan "desflogisticadas". Dado que se había observado que cualquier sustancia arde durante un periodo limitado si la cantidad de aire disponible es igualmente limitada (en caso de hallarse, por ejemplo, en un recipiente estanco), se pensaba que el aire albergaba una cantidad específica de flogisto. Por ello, al residuo de aire que quedaba tras el proceso de combustión (en realidad, una mezcla de nitrógeno y dióxido de carbono), se le solía denominar "aire flogisticado", pues se pensaba que durante la combustión dicho aire había absorbido todo el flogisto. Así pues, cuando se descubrió la existencia del oxígeno, se pensó que éste sería "aire desflogisticado" capaz de combinarse con una cantidad mayor de flogisto y, de este modo, fomentar la combustión.
Finalmente, determinados experimentos pusieron de manifiesto ciertas contradicciones. Valga mencionar entre éstas el que algunos metales ganaran peso al arder en lugar de perderlo, como sería de esperar, dado que, teóricamente, la combustión significa la pérdida flogisto. No obstante, la referida al flogisto siguió siendo la teoría dominante hasta que Antoine Lavoisier demostró que la combustión requiere oxígeno, lo que resolvió la paradoja de la pérdida de peso y supuso el inicio de una nueva teoría referida a la combustión.

Joseph Priestley
(Fieldhead, Gran Bretaña, 1733-Northumberland, EE UU, 1804)
Químico, teólogo y filósofo británico. Completó sus estudios en el seminario calvinista de Daventry y ejerció el ministerio en varios centros de Inglaterra, complementando sus estudios teológicos y filosóficos con un vivo interés por las ciencias experimentales. En 1794, después de las persecuciones a las que fue sometido a causa de su adhesión a la Revolución Francesa, recibió una invitación de la Sociedad Democrática de Nueva York y se trasladó a Estados Unidos, donde vivió el resto de sus días bajo la protección de Thomas Jefferson. Su fama está ligada, sobre todo, a la investigación científica. Hábil experimentador, condujo notables indagaciones en el campo de los fenómenos eléctricos, de los gases y de los procesos de calcinación. Entre sus experimentos, destacó el que le llevó a aislar, por primera vez, el oxígeno (1774), aunque no captó la verdadera naturaleza de este elemento y lo definió como aire desflogistizado. Otros estudios suyos guardan relación con la pro ducción de oxígeno por las plantas expuestas a la acción de los rayos solares. Priestley fue seguidor del asociacionismo psicológico de D. Hartley, y se enzarzó en vivas polémicas contra la escuela filosófica del sentido común y contra R. Price.
Antoine Laurent de Lavoisier
(París, 1743-id., 1794)
 Químico francés, padre de la química moderna. Orientado por su familia en un principio a seguir la carrera de derecho, recibió una magnífica educación en el Collège Mazarino, en donde adquirió no sólo buenos fundamentos en materia científica, sino también una sólida formación humanística. Ingresó luego en la facultad de derecho de París, donde se graduó en 1764, por más que en esta época su actividad se orientó sobre todo hacia la investigación científica. En 1766 recibió la medalla de oro de la Academia de Ciencias francesa por un ensayo sobre el mejor método de alumbrado público para grandes poblaciones. Con el geólogo J.-E. Guettard, confeccionó un atlas mineralógico de Francia. En 1768 presentó una serie de artículos sobre análisis de muestras de agua, y fue admitido en la Academia, de la que fue director en 1785 y tesorero en 1791. Su esposa, Marie Paulze, con quien se casó en 1771, fue además su más estrecha colaboradora, e incluso tradujo al inglés los artículos redactados por su esposo. Un año antes, éste se había ganado una merecida reputación entre la comunidad científica de la época al demostrar la falsedad de la antigua idea, sostenida incluso por Robert Boyle, de que el agua podía ser convertida en tierra mediante sucesivas destilaciones. La especulación acerca de la naturaleza de los cuatro elementos tradicionales (aire , agua, tierra y fuego) lo llevó a emprender una serie de investigaciones sobre el papel desempeñado por el aire en las reacciones de combustión. Presentó a la Academia los resultados de su investigación en 1772, e hizo hincapié en el hecho de que cuando se queman el azufre o el fósforo, éstos ganan peso por absorber aire, mientras que el plomo metálico formado tras calentar el plomo mineral lo pierde por haber perdido «aire». A partir de los trabajos de Priestley, acertó a distinguir

entre un «aire» que no se combina tras la combustión o calcinación (el nitrógeno) y otro que sí lo hace, al que denominó oxígeno (productor de ácido). Los resultados cuantitativos y demás evidencias que obtuvo se oponían a la teoría del flogisto, aceptada incluso por Priestley, según la cual una sustancia hipotética –el flogisto– era la que se liberaba o se adquiría en los procesos de combustión de las sustancias. Publicó en 1786 una brillante refutación de dicha teoría, que logró persuadir a gran parte de la comunidad científica del momento, en especial la francesa; en 1787 se publicó el Méthode de nomenclature chimique, bajo la influencia de las ideas de Lavoisier, en el que se clasificaron y denominaron los elementos y compuestos entonces conocidos. En 1789, en colaboración con otros científicos fundó Annales de Chimie, publicación monográfica dedicada a la nueva química. La expansión de la doctrina defendida por Lavoisier se vio favorecida con la publicación en 1789 de su obra Tratado elemental de química. De este libro, que contiene una concisa exposición de su labor, cabe destacar la formulación de un primer enunciado de la ley de la conservación de la materia. También efectuó investigaciones sobre la fermentación y sobre la respiración animal. De los resultados obtenidos tras estudiar el intercambio de gases durante el proceso de respiración, en una serie de experimentos pioneros en el campo de la bioquímica, concluyó que la respiración es un tipo de reacción de oxidación similar a la combustión del carbón, con lo cual se anticipó a las posteriores explicaciones del proceso cíclico de la vida animal y vegetal. Fue así mismo un destacado personaje de la sociedad francesa de su tiempo. De ideas moderadas, desempeñó numerosos cargos públicos en la Administración del Estado, si bien su adhesión al impopular Ferme Générale le supuso la enemistad con el revolucionario Marat. Un año después del inicio del Terror, en mayo de 1794, tras un juicio de tan sólo unas horas, un tribunal revolucionario lo condenó a la guillotina.




Bibliografía:

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/priestley.htm
http://enciclopedia.us.es/index.php/Antoine_Lavoisier
http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd99/ed99-0314-01/flogisto.htm





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